domingo, 28 de diciembre de 2008



A Mayra

Todo lo que sale de las manos de una mujer viene repleto de ternura.

Obra. ¨Arbol de la vida¨. 1995. Aplicaciones y bordado. 197 x 85 cm.

Decía Severiano un viejo de Matanzas que conocí hace 20 años y que amaba las arañas y los grillos.En nada equivocada sus palabras. Mayra Alpízar una niña temerosa que conocí alrededor de 1970, que lograba ruborizarse con una mirada y tocaba todo como los ojos de un conejo tierno.Le temía, eso sí al espacio en blanco y dudaba de su fuerza para alcanzar una hoja.
La perdí hace muchos años, los suficientes como para verla hoy con los ojos del asombro.
Nada hay en su trabajo de descuido todo está en su sitio allí donde mejor pueda estar.Tiene demasiado mundo interior, demasiadas ganas de hablar como para dejarse arrastrar por el encanto maravilloso de la policromía.Hay demasiada fuerza en su trabajo no ya para alcanzar una hoja sino como para apropiarse de la rama.
Hay un oficio en su trabajo que solo brinda la dedicación y el talento innato y que la naturaleza solo provee a quien tiene un corazón que ama.
No me gusta teorizar que hable su trabajo.

Palabras de inauguración del pintor Pedro Pablo oliva para la exposición personal Un Rostro diferente. Galería “Casa de Carmen Montilla”. Ciudad de La Habana, 1998.

Obra. ¨Altar¨. 1995. Instalación. Medidas variables.



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