domingo, 28 de diciembre de 2008




Y estas las tijeras para cortar los paños.
Los tapices de Mayra Alpízar.

Y estas las tijeras para cortar los paños, Para cortar los hipogrifos y las flores Para cortar las máscaras y todas las / tramas y, en fin,
para cortar la vida misma del hombre, que es un hilo.

Eliseo Diego




I
Una de las más antiguas tradiciones de esta ciudad llamada mundo es el trabajo manual. Dentro de este la bordadura en tela o con hilo ha sido uno de los oficios más habituales. Las labores labradas se encuentran en la vida diaria adornando o aplicadas a diferentes usos; y aunque su ejecución no es un privilegio, hay quienes lo hacen mejor que otros, y esos son virtuosos. Existe una referencialidad inevitable a la mujer y un obligado paradigma con el mito de Penélope.

En esta ocasión se presentan los tapices de una artista cubana que no se sienta a esperar a nada ni a nadie. Mayra Alpízar Linares (1956) toca la realidad con sus manos y la convierte en un paño inmenso. Ha participado en más de 30 exposiciones colectivas y personales y muchos de sus trabajos se encuentran en colecciones privadas en los Estados Unidos, República Dominicana, Canadá, Suecia, Méjico y Cuba.



Obra. ¨Puerta del Edén¨. 1998. Aplicaciones, bordado, enguatado y xilografía. 211 x 92 cm.

II

La artista trabaja fundamentalmente con las técnicas del parche y del bordado, y aunque es evidente que la morfología de su creación tiene como base la utilización de fórmulas tradicionales de lo artesanal, el resultado es contrario al punto de partida. Esto ocurre porque la técnica se implementa reformulando la base de su propia estructuración formal. La creadora se coloca a mayor altura, experimenta con la utilización del color, de planos, de texturas, volúmenes y la búsqueda de valencias de sentido que relanzan valores en el terreno de lo pictórico.

La problemática en la delimitación entre lo artesanal y lo plástico queda resuelta en estos trabajos. Las leyes internas de ambos universos semióticos no se someten ni se subordinan, sino que se imbrican: cuentan con un “espacio propio” y un “espacio ajeno”. Por eso, los tapices de Mayra son distintos. Ella es la sinécdoque de sus obras.

III
En la mayoría de sus trabajos el universo femenino se centraliza temáticamente. La mujer se convierte en el leit motiv de su figuración. La relación mujer- mundo se recrea desde la subjetividad de la artista. Sin embargo, hay obras en que ha prescindido de la figura humana, como en La silla (1987) y Quiéreme mucho (1991). En la primera, lo representado no trasciende lo denotativo, y lo que se marca no se limita al cerco habitual al que debe pertenecer. Se sitúa al objeto –la silla– fuera de la rutina finita; idea sustentada en un plano horizontal que se levanta al fondo. El carácter decorativo va más allá de lo tangible. En la segunda, las significaciones se acercan al nivel de lo abstracto. Los contenidos son desvaídos: el amor se deshace, se vierte, corre desenfrenado. La mirada es irónica, se manifiesta en el aporte sígnico que encierra el título y lo que sugiere lo representado; que termina contrayéndose convulsivamente en la onomatopeya de la risa.




Estos primeros trabajos se quedan significando desde un nivel primario. Comparémoslos con obras posteriores donde la realidad aprehendida es compelida en el orden sígnico y formal.

En A la sombra de un ala (1994) y Árbol de la vida (1995), los valores conceptuales se sustentan en la contraposición de sombras y luces. En ambos se presenta la forma exterior de un cuerpo de mujer, que con el uso del color negro se proyecta con la imagen oscura: pero las figuras de estas mujeres no son espectros, no son presencia vaga, sino que se erigen redentoras del cosmos. El contorno de sus cuerpos se hace visible a través de una línea de puntadas blancas. Sus cuerpos hieren con luz los objetos y las cosas, conforman la pareja, la familia; iluminan la realidad, la nombran, la designan.

No solo en éstas -con el apoyo en el color- se va revelando el mundo interior femenino; en Sobrecama rosa (1996), la artista lleva más lejos el juego de las permutaciones, muestra un cubre-cama, pero troca las esencias al exponerlas como tapiz; congela su valor de uso, su empleo habitual para rescatar las vivencias de lo que sobre ella ocurre en el plano de lo privado. Destapa los sentidos, obsérvese el cuerpo de la joven al descubierto. La desnudez es corpórea y espiritual: expone la ausencia de lo masculino. La no presencia del hombre se virtualiza en ese cuerpo rígido, vaciado de color que al contonearse con una línea de puntos negra refiere la soledad y el vacío. Lo soñado por la muchacha se va derramando por el vuelo o parte saliente de la cama. Los contrastes de color logran texturas que descubren muy bien lo contenido. O también, lo usa para delimitar planos, como en El parche azul, la luna y las estrellas (1997), donde en uno se sitúa a la fémina frente e al idea del casamiento, y sobre el otro –el parche azul- se dispone a la figura masculina desde una presencia que se invalida al presentar el rostro y sus manos con un vaciado en negro. La opacidad de lo masculino anula las fantasías contentivas en el otro plano.El título ayuda a completar lo que se quiere representar aunque no es semánticamente tan significativo como Un parche para el maestro (1996) donde el nombrar es un pretexto para revelar contenidos extrapictóricos, pues al enunciar desde una subordinación de finalidad, al presentar el sustantivo común, se hace opaca la dedicatoria. La creadora realiza el designio encubierto y personal.
La naturaleza visual de estos trabajos va revelando altos valores plásticos, y algunos se convierten en tapices multidimencionalmente simbólicos, como Maternidad (1999). Aquí la mujer se pone frente a la problemática de la fecundidad, y se reflexiona sobre los procesos de mutabilidad en los que tiene que sumergirse. Su cuerpo no va hacia la deformación, sino hacia una formación ideal y hermosísima. Ella se suspende en una atmósfera transparente y diáfana. Su responsabilidad no se limita a propiciar el comienzo de una nueva vida, pues se sabe mantenedora de la especie humana. Todo lo que le rodea en el tiempo de gestación queda atrás o por debajo de esta experiencia; llena de encantos corre riesgos sobre la cuerda floja, por esa línea mínima que separa a la vida de la muerte. La mujer con la maternidad reserva sentidos invariables en la memoria de la cultura.


Obra. ¨Capricho con mosaico de lujo¨. 1999. Aplicaciones y bordado. 150 x 90 cm.



Contigo junto a los pájaros, Puerta del Edén y Capricho con mosaico de lujo (1999) son tapices artísticamente significativos en la creación de Mayra Alpízar Linares. Los espacios semánticos y culturales han alcanzado complejidad en la representación de un micro-mundo que sugiere desde una particularización y se enriquece al incorporar un sistema de referencias que proporciona otras significaciones; en Puerta del Edén trae a colación el mito bíblico para desacralizarlo; en Capricho con mosaico de lujo una obra de arte de valor universal que participa del discurso. La creadora inspirada en la figura de la poeta Carilda Oliver Labra, presenta los desafíos de una mujer que escapa de la mirada grotesca de la ciudad representada en uno de los caprichos de Goya. Súmesele una expresión formal que se ha consolidado en recursos plásticos con un alto nivel de elaboración; la imagen es resultado de esta eficaz correspondencia. Por primera vez en su obra aparecen elementos reales no como referencia metafórica sino el objeto significando desde sí mismo; en Contigo... y En capricho... sitúa una corbata y un traje respectivamente. Estos tres tapices que marcan pauta en la labor plástica de la artista y en la producción de tapices en Cuba, desaparecieron de una de las últimas exposiciones personales que realizara en Managua.

IV
Mayra se abre paso hilvanando la cotidianidad que nos corroe, rompiendo los mitos, redimensionando el espacio que tiene en la producción plástica de su país.
Este artículo es una invitación al conocimiento y al disfrute de una obra auténtica y personalísima.


Yamila Gordillo Rodríguez.
Revista de Arte y Literatura, Ateneo de los Teques, Venezuela.

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